EVANGÉLICOS SEPULTADOS COMO PERROS !!!
Encabezando el escrito del monumento a los sepultados
clandestinamente por ser Cristianos o Evangélicos en un costado del Cerro Santa
Lucía en Santiago dice asi:
A LA MEMORIA DE LOS DESAPARECIDOS DEL CIELO
Y DE LA TIERRA QUE EN ESTE SITIO
YACIERON SEPULTADOS DURANTE MEDIO SIGLO
1820 – 1872
En la
Fotografía vemos al Pastor Antonio Corea de la República de Honduras quien se
sintió muy conmovido por los hechos allí ocurridos.
El Patio de los
Disidentes Nº 1 se encuentra en el costado sur del Cementerio General de
Santiago, en la comuna de Recoleta, en la zona norte de la capital chilena. Se
creó como un lugar para enterrar a los cristianos protestantes, antiguamente
llamados «disidentes», aunque allí también se encuentran judíos. La mayor parte
de los sepultados son de origen europeo, principalmente alemanes e ingleses.
La Iglesia católica chilena autorizó la construcción de este
lugar en 1854 con la condición de que se levantara un muro de siete metros de
alto por tres de largo, para separar ese sector con el objetivo de que no se
contaminara el resto del Cementerio: «Es esencial que el lugar bendito esté
materialmente separado del terreno profano», decía la Iglesia. La aprobación se
debió tanto a las presiones internacionales como a las políticas ligadas a
movimientos laicos.
Antes de la construcción de este recinto, los «disidentes»
fallecidos se enterraban en el basural ubicado en las faldas del cerro Santa
Lucía en Santiago, mientras que, antes de la creación del Cementerio de
Disidentes en Valparaíso, se inhumaban en las costas de las playas de ese
puerto.
Alrededor de 3000 personas se encuentran sepultadas, entre
ellas el predicador callejero Juan Canut de Bon, de quien proviene el apodo
«canuto» usado para referirse a los protestantes, y el Rev. José Manuel Ibáñez
Guzmán, el primer pastor chileno y latinoamericano. Durante muchos años, en el
sendero que bordeaba el Patio Disidente, se observaba una placa con el texto «A
la memoria de los desterrados del cielo y de la tierra».
Durante la presidencia de Michelle Bachelet, la Oficina
Nacional de Asuntos Religiosos, junto a la Municipalidad de Recoleta, financió
el proyecto de restauración de este lugar, que fue calificado por el Ministro
de Segpres (Secretaría General de la Presidencia) como «una gran obra Bicentenario» por su carácter simbólico.
Los protestantes, pidieron al gobierno de O’Higgins, el 30
de noviembre de 1919, la creación de un cementerio para sepultar a sus muertos,
ya que, siendo los cementerios de la Iglesia Católica , impedía que los protestantes,
judíos, agnósticos y no creyentes en general, fueran sepultados en ellos,
debiendo hacerlo en terrenos baldíos, y, como ocurría en Santiago, eran
sepultados en los faldeos del cerro Santa Lucía, que para aquella época era un
basural, hecho que hasta el día de hoy es recordado mediante un monolito
erigido por don Benjamín Vicuña Mackenna, y en cuyo epitafio decía “A la
memoria de los espatriados del cielo i de la tierra que yacieron sepultados
durante medio siglo 1820-1872” Setiembre de 1874. B.V.M. La carta solicitud para la adquisición de
terrenos en Santiago y Valparaíso, con el propósito de erigir cementerios para
sepultar a sus muertos de acuerdo a los ritos de su fe evangélica, fue firmada
por los 45 extranjeros más destacados del país, la mayor parte de ellos
dedicados a las actividades comerciales, en su mayoría eran británicos, aunque
también aparecen las firmas de residentes norteamericanos y alemanes. Sin
embargo, lo que más llama la atención es el hecho de que la lista de firmas
esté encabezada por el Comandante de la Flota Británica en el Pacífico, W. H.
Shirref, lo que demuestra el grado de solidaridad entre los protestantes, por
sobre las diferencias nacionales. El 14 de diciembre de 1919 se promulgó el
decreto que autorizaba a los evangélicos para comprar el terreno requerido para
un cementerio, sin embargo, estos evangélicos tuvieron que esperar algunos años
para dedicar su cementerio en Valparaíso, y recién en 1955, cuentan con un
lugar para enterrar sus muertos en forma digna, en Santiago. Ambos cementerios
se denominan “Cementerio de Disidentes”.
En la Fotografía Cristián Merino Vega, junto al monumento tan apreciado y que llevó al Pastor Antonio Corea para mostrarle parte de nuestra Historia Cristiana Evangélica en Chile
Al revisar las
Constituciones promulgadas por O’Higgins en 1818 y 1822, nos damos cuenta que
el exclusivismo religioso a favor de la Iglesia Católica seguía vigente, pero
en la de 1822 fueron incluidos 2 artículos que permitían un cierto grado de
tolerancia hacia los disidentes: el artículo 215º expresaba “A nadie se
castigará por pensamiento, ni por manifestación de ellos, cuando no contengan
calumnias, injurias o excitaciones a los crímenes”. Y el artículo 221º
establecía que: “En ningún caso ni por circunstancias, sean cuales fuesen, se
establecerán en Chile las Instituciones Inquisitoriales”, asegurando, de esta
manera a los extranjeros residentes y que profesaban el protestantismo, que no
iban a ser molestados por sus creencias.
Más tarde llegarán a Chile, evangélicos ingleses
(anglicanos) y alemanes (luteranos), en calidad de colonizadores y
comerciantes, especialmente. Hombres también de la talla de Lord Cochrane y
otros destacados hombres de armas, especialmente ingleses. En el año 1845 de
agrega también David Trumbull, quien dará inicio a la obra evangélica chilena,
influyendo positivamente en nuestra naciente república. En lo político
contribuyó a la obtención de las leyes laicas (registro civil, matrimonio civil
y cementerios laicos). No podemos dejar de mencionar a James Thomson,
predicador y profesor inglés, de origen bautista, contratado por el gobierno de
O’Higgins, para establecer en Chile las Escuelas Lancasterianas. Otro hito
importante también, lo marca el arribo del español Juan Canut De Bon, en virtud
del cual apodan a los evangélicos chilenos como “canutos”, que adhiere, en un
principio a la obra Presbiteriana, con un decidido trabajo de predicación
pública en distintos lugares, al cual se agrega posteriormente (1879), el ex
sacerdote católico (capuchino) de origen italiano Zacarías Angeli, convertido
durante ese año a la fe evangélica.
Con la posterior
llegada de la obra Metodista a Chile en el año 1877, y el nacimiento del
movimiento evangélico Pentecostal en Valparaíso, año 1909, sumados a las
iglesias existentes en el país, comienza una gran efervescencia religiosa y
espiritual de gran impacto para la sociedad chilena que ve transformarse día a
día a muchos hombres y mujeres que se convierten a Cristo, dejando sus hábitos
de vidas pasadas en las cuales el alcoholismo, la promiscuidad, la falta de
higiene serían lacras que comenzaban a batirse en retirada para los muchos
convertidos a la fe evangélica, trayendo una influencia positiva a las fuentes
laborales que ahora preferían a los recién convertidos a esta fe, por sus
características de responsabilidad, honradez y trato decoroso ante los demás.
En sus inicios y en forma permanente, la fe evangélica sigue
creciendo bajo distintas denominaciones que contribuyen a la evangelización del
país, y que continúan permeando la sociedad con valores que fortalecen el hogar
y la familia, la iglesia, y la democracia, sustentada en el principio
evangélico de libertad absoluta de conciencia para todos los ciudadanos. De
esta manera, esta creciente masa de evangélicos va creando las condiciones para
que las autoridades les vayan reconociendo su indiscutible presencia en la
nación, y su innegable aporte valórico a la sociedad chilena a través de una
multitud de trabajadores, de hombres públicos, de estudiantes y de dueñas de
casa que se esmeran en forma cotidiana por servir a su Señor, en sus
respectivas congregaciones, como también en sus lugares de trabajo, o de
estudios, según sea el caso.