GLORIA AL PULENTO !!!
La gente se paraba a mirarlo, otros mientras descansaban lo observaban
curiosamente, siempre su forma y manera de Predicar causó resquemor en los más
conservadores y valentía y los más sagaces y es que este hombre, a quien tuve
la oportunidad de conocer personalmente en los años 80 y no faltó quien quiso
decir que su frase característica era de un Comediante que hizo una Parodia en
la época, pero el Periodista no corroboró la información, Periodista de la
Nación, mal hecho, porque los que le conocimos, SI LA DIJO con acento de Amor y
Respeto.
Fuente: Diario LA CUARTA
El Diario La Cuarta, periódico pupular en Chile que usa un
lenguaje criollo Chileno le había hecho un Homenaje el año 2007 donde el
Periodista Ronald Henríquez M lo inmortalizó con una entrevista exclusiva para
el diario Pop.
Este es artículo:
Iglesia Pentecostal rendirá un divino
tributo a Raúl Gutiérrez (75), quien durante décadas entregó la palabra de Dios
en pleno Paseo Ahumada
"Dios
me preparó pa' predicador danzarín, hermano", jura el Gloria al Pulento
Orador del
pueblo está malito de salud y vive en una humilde casa en Pedro Aguirre Cerda.
"Tomé muchas maltas cuando era joven y se me hizo un nudo en el
cuerpo", contó el hombrón.
Por: Ronald
Henríquez M
ES ILUMINADO: El pastor Raúl Gutiérrez,
alias "Gloria al Pulento", conoció la luz divina en 1962, luego de
que el pastor Antonio Villegas invitara a los asistentes a pisar el palito.
Prendió como pasto seco (Foto: Copesa)
Hace tiempo
que desapareció misteriosamente del Paseo Ahumada una de sus figuras más
distintivas y populares. Entre el bullicio capitalino ya no se escucha la
palabra bíblica del eterno orador que gritaba "¡Gloria a Dios! ¡Gloria al
Pulento!" La Cuarta partió en busca del predicador pop Raúl Gutiérrez
(75), quien bailaba y saltaba excitado mientras oraba con una Biblia en la mano
en pleno centro de "Santiasco".
Llamamos a
la Corporación Evangélica de Chile, liderada por el pastor gobernante de la
Catedral Evangélica Metodista Pentecostal de Chile, Eduardo Durán Castro, quien
nos contó que también lo echan de menos y que lo quieren puro homenajear por su
aperrada labor de pastor de ovejas negras.
Abandono
Tras días de
búsqueda, lo ubicamos en su deteriorado palacete de la población Clara
Estrella, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.
El campeón
de la prédica divina está bastante malito de salud y vive en precarias
condiciones junto a su hija Verónica. Se mantienen con una escuálida pensión.
"He
estado con vómitos. Lo que pasa es que cuando joven tomé mucha malta y se me
hizo un nudo en el cuerpo. Si me ataca la fiebre me baño con agua helada. Dios
me ayuda. Ligerito saldré a cumplir la misión que el Alabado me
encomendó", declamó.
Converso
El iluminado
orador nació en Linares y hace más de 50 años se vino a trabajar a Chago. Llegó
con su señora y una hija y, para mantenerlas, pelaba el ajo como obrero
engrasador del MOP. Era amigo íntimo del Dios Baco, hasta que se volvió
"un obrero del Señor".
Gutiérrez
cumplió 42 años entregando la palabra del Pulento, como denomina al omnipotente
Barba.
-¿Cuál es su misión?
- Dios me
dijo al oído: "Raúl, yo quiero que ores y saltes en el Centro de
Santiago". Y me enseñó a hablar. Me preparó como predicador danzarín.
-¿Y a qué hora descansa, maestro?
- Trabajo
para Dios de lunes a sábado, desde las 12 del día hasta las 23 horas, y no me
canso.
-¿Y cuándo come?
- No lo
hago. Tengo el don del ayuno y la oración. Mi fuerza es grande para enfrentar
el ridículo. Soy un iluminado.
El ejemplo de un pastor pop
El pastor de
la Catedral y presi de la Corporación Evangélica para el Desarrollo, Eduardo
Durán Castro, se comprometió a realizar una ceremonia de reconocimiento para
Gloria el Pulento apenas esté más fortachón.
Es que para
la iglesia evangélica el hombrón de la palabra divina tiene la tremenda
trayectoria y es un ejemplo como predicador.
El
predicador Gutiérrez es uno de los evangélicos más famosos en Chilito, luego de
Juan Bautista Canut de Bon, un petazeta que llegó al terruño en 1870 y que
fundó varias iglesias. De ahí viene la palabra "canuto".
Raúl Gutiérrez Gutiérrez llegó a ser uno de los pastores
evangélicos o canutos más conocido y populares de la historia de nuestro país,
además de un icono de los años ochenta, a pesar de la pobreza espartana en que
vivía y lo lejos que se halló de llevar su fervor ardiente y apasionado a algún
templo con auditorio propio; menos a la radio o la televisión. Claro que nunca
lo haría: la calle era su gran casa, su iglesia y su vertiente devocional, en
ese mismo Paseo Ahumada donde se graduaron grandes personajes populares de la
historia reciente de la Ciudad de Santiago, desde el escritor Luis Cornejo
vendiendo sus propios libros de corte social allí en la Plaza de Armas, hasta
el recientemente fallecido Sigisfredo Venegas, suplementero de "La
Segunda" apodado "El Rambo", con sus disfraces y
representaciones excéntricas como "El Vendedor de Palomas". El
predicador Gutiérrez pasó a formar parte de esta misma nómina de personajes
perdidos en la historia de la urbe, en el recién pasado fin de semana.
Don Raúl había nacido en 1932, dentro de una familia muy
pobre de Linares, condición social que lo acompañaría toda la vida. Se vino a
trabajar en la juventud a Santiago. Viviendo acompañado de su esposa y su
pequeña hijita, daba batalla y sustento como mecánico engrasador de la
desaparecida ETC, en un taller de avenida Santa Rosa para el Ministerio de
Obras Públicas. Lamentablemente, con esta difícil existencia se puso bueno para
el copete y no dejaba un día sin andar pasando las penas con "el tósigo y
el reconfortante" de la ebriedad, como hablaba Baldomero Lillo del flagelo
del alcohol entre los obreros. La malta y la cerveza pasaron a sustituir su
agua de cada día, según la confesión que de él oímos.
Sin embargo, en 1962 fue invitado a una iglesia por el
pastor Antonio Villegas, a la que asistió por curiosidad. El shock espiritual
fue instantáneo, y allí mismo recibió un incontenible golpe de fe que enderezó
su estilo de vida. De inmediato se propuso dejar el trago para siempre,
comenzando a predicar por su cuenta en 1965. Según declaraba, el propio Señor
del Cielo le habló de alguna forma y le señaló el camino con misión incluida,
instándolo a predicar de por vida en las calles de la ciudad. Hasta su modesto
empleo dejó para tomar el desafío.
Su difusión del evangelio comenzó en los años setenta en el
Centro de Santiago. Según otra confesión que alguna vez oímos, cada mañana
ingería mucha harina tostada para tener energías, dar fuerza de su garganta y
difundir así la palabra en todas las jornadas, vistiendo de gastado terno y
peinando sus cabellos rubios colorines sobre la incipiente calva, como todo un
caballero de Biblia en mano. Suponía que su humilde desayuno le ayudaría a
conservar la voz, pero la verdad es que desgaste le llevó a ir endureciéndola
año a año. Más que un predicador cristiano, entonces, había días en que
Gutiérrez sonaba más bien a Lemmy, el vocalista de la famosa banda rock
"Motörhead".
Solía estar en Ahumada casi afuera del Citibank, aunque
emigraba también a la Plaza de Armas, a Huérfanos y a Estado cerca de la
Galería España. Los paseos del Centro de Santiago no eran sus principales
lugares de informal ministerio, sin embargo: una de sus esquinas favoritas era
también la de Moneda con San Antonio, pero probablemente sean sus visitas a
Ahumada las más recordadas, por la cantidad de peatones que circulaban por allí
cada día y lo veían.
Ni el Sol ni la lluvia lo espantaron, jamás. Incluso, decía
que Dios le permitía poder mirar de frente al Sol o mojarse con la lluvia fría
un día entero sin enfermar, haciéndole demostraciones en vivo a los curiosos.
En su devoción por el "Pulento" (concepto para referirse a Dios
introducido y popularizado por él), seguramente ambas molestias climáticas las
sentía como formas de caricias todopoderosas, que sólo estimulaban su fervor y
sus energías por predicar.
Por esa misma razón, fue el predicador moderno más famoso y
popular que haya conocido la sociedad santiaguina, pues hubo una época en que
siempre era posible ver a ese hombre de barba corta y ojos transparentes,
saltando y elevando las manos con tan características alabanzas emitidas casi
como un mantra por su desgastado y ronco bozarrón, raspado por años de abuso:
Gloria a Dios
¡Gloria a Dios!
Dios es Pulento
¡Viva el Pulento!
¡Aleluya!
En cada explosión de mensajes hablaba de Dios no sólo como
el "Pulento", sino también como el "Poderoso", el
"Vengador" y otros grandilocuentes adjetivos. Su histrionismo llevó a
varios humoristas a imitarle y parodiarlo, como a Fernando Alarcón en un
libreto de su personaje Canitrot para la sección "La Oficina" del
"Japenning con Ja", aludiendo a la "pelada milagrosa" de
otro personaje, Don Pío, interpretado por Andrés Rillón. Otro que hizo sátira
del popular predicador fue Ernesto Ruiz, con su personaje El Tufo en las
presentaciones del "Picaresque" del Teatro Princesa, al parecer
popularizando la frase "¡Gloria al Pulento!" que, originalmente, no
estaba en el repertorio del predicador verdadero, según él mismo contaba,
aunque sí se refería desde antaño a Dios como "El Pulento".
Por este último detalle, Gutiérrez era conocido por todos
los paseantes del Centro con el mote de "Gloria el Pulento",
especialmente en los años ochenta y cuando esa expresión, "pulento",
era una forma vulgar y popular de referirse a algo magnífico o estupendo.
Además de su célebre eslogan, popularizó también el grito de guerra
"¡Gloria al Terrible!", asumiendo un tono más apocalíptico para su
discurso, siempre alzando los brazos, levantando su vieja Biblia y saltando
poseso de una alegría incontenible. Su prédica era eso: salvación, alegría,
felicidad para todos. En su manifiesto fanatismo, nunca pregonó odio, desprecio
o criminalización de los que otros considerarían "condenados" desde
ese mismo punto de vista de fe. Era un hombre apocalíptico, pero profundamente
bueno y optimista.
El "Gloria al Pulento", apodado también "El
Iluminado", llegó a tener tanta importancia en el paisaje urbano del
Centro de Santiago de aquellos años, que incluso aparece mencionado en el
cuento de Carlos Olivares titulado "Yo adivino el parpadeo", que se
puede leer en su libro "Combustión interna", de 1987:
"En la esquina, casi a la entrada del Citibank, dando
pequeños saltos con una Biblia en la mano está el iluminado que implora gloria
al pulento, gloria al terrible, gloria al inmortal. Entonces imagino otro país
con las manos en los bolsillos, más al sur donde el aroma es transparente y
enciendo un cigarrillo para matar también el tiempo. Mientras tanto".
Igualmente, el personaje de este mundo real fue aludido en
las líneas de varios otros libros como "Un caso banal y otros
cuentos" de Claudio Jaque, el "Santiago imaginado" de Carlos
Ossa y Nelly Richard, "Inocuo" de Juan Carlos Ramírez, "Cobro
revertido" de José Leandro Urbina, "Como con bronca y jugando"
de Rolando Rojo Redolés, las crónicas del "Santiago de Memoria" de
Roberto Merino" y "Agua perra" de Leonardo Sanhueza. Y cuando la
propia expresión "El Pulento" fue convertida informalmente en
sinónimo de Dios gracias a él, fue a parar al "Dictionary of chilean
slang: your key to chilean language and culture" de Emilio Rivano Fischer,
en 2010. El periodista Luis Alejandro Salinas, en tanto, hasta publicó un libro
con la frase estrella del predicador por título "Gloria al Pulento",
de 1984.
Por muchos años, tras volver la democracia, el "Gloria
al Pulento" fue desapareciendo del Centro y algunos presumieron incluso
que había muerto. Hoy sabemos que, tras el fallecimiento de su amada esposa, su
salud había comenzado a flaquear y vivía de una modesta pensión en la Población
Clara Estrella, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, junto su hija Verónica. Su
pelo rojizo y rubio comenzó a volverse cada vez más cano, y sus ojos con el
impecable azul del Cielo al que rugía sus devociones, empezaron a decaer y
entristecerse. Si bien había quienes le daban algunas monedas en Santiago
Centro cuando se hallaba predicando, pero ya ni con eso contaba por las largas
ausencias, aunque seguía siendo muy conocido y respetado entre sus hermanos de
la Iglesia Evangélica Metodista Pentecostal de Chile, a cuya catedral en
Alameda cerca de la Estación Central solía llegar, y por la Corporación
Evangélica para el Desarrollo, que incluso le rindió un homenaje público.
El año 2007, se publicó en "La Cuarta" una nota
diciendo que estaba mal de salud, pero aún vivo y entusiasta en su casa de
Pedro Aguirre Cerda. El fan chileno número uno de Dios reapareció un tiempo
después por el sector de calle Moneda con Ahumada, y fue entrevistado por
reporteros del diario "La Nación", para una nota sobre su regreso a
las pistas, en la edición del viernes 20 de enero de 2012. Ya estaba totalmente
cano, arrugado, casi sin voz ni saltos, pero seguía enérgico en la fe y
pretendía continuar con la misma prédica del evangelio, mientras recibía alguna
ayudita en dinero de los observadores, una cosa poca para mantener el hogar.
"Ésta es la orden que me dio mi Señor -le dijo a los
periodistas-, amigo: predícame en la calle, todo el día, sin parar. Pero yo le
dije varias horas no más, mi señor, todo el día no puedo, que tengo que
trabajar para mantener a mi mujer y a mis hijos. Entonces él me dijo predícame
no más, honra mi nombre, que yo voy a ver que no te falte dinero. Y me dio la
orden: predica y el que se pare a saludarte, ése te lo mando yo. Dile que te dé
no más".
Llegaba a mediodía y permanecía lanzado sus mensajes y
proclamas hasta bien pasadas las 22 horas, incluyendo la mayoría de los días
sábados. Casi no ingería bocado ni agua en todas esas largas horas, aunque con
el tiempo debió ir tomando cada vez más pausas en tan extensa jornada, porque
el cuerpo y las energías simplemente ya no le daban ya al hombre octogenario.
Vestido con harapos y ropajes muy raídos, poco afecto a las
fotografías y respetado incluso por las almas más oscuras del corazón de
Santiago, este hombre alegre locura siguió intentando expandir la palabra de su
fe por el centro capitalino. Podía encontrárselo sentado allí casi en la salida
del Pasaje Matte por la esquina de Huérfanos con Estado. Por causa de tantos
años de sobreexplotación, además, ya no le quedaba voz, sólo un murmuro seco
que intentaba hacer fuerte sólo con la porfía. Cansado, decaído y anciano, así
pasaba gran parte de sus días dormitando, en estos últimos tres o cuatro años,
levantándose cada cierto rato a tratar de rugir otra vez sus mensajes de
salvación, para luego volver a cansarse y tener que sentarse un rato más.
Agotado, enfermo, pero seguramente satisfecho con sus 50
años de su existencia enteramente consagrados a ese frenesí imparable de
predicación y de devoción feliz que lo hiciera tan conocido, Raúl Gutiérrez, el
inolvidable pastor callejero y loco de Santiago de Chile que grabó a fuego la
frase "¡Gloria al Pulento!" en nuestra historia popular y en nuestras
pautas culturales de entendimiento, falleció el domingo 16 de marzo de 2015.
Sus restos están siendo velados en el
Templo de Clase Lo Valledor Sur por la comunidad evangélica y sus amigos, a la
espera de llevarlos mañana en despedida hasta el lugar de su reposo final, en
el Cementerio Parque Canaán.
FUENTE: URBATORIVM
CNCrtv
Yo lo conoci, y realmente admiraba su valor y entrega a Dios. ¿Cómo? un hombre tan simple y desprovisto de lo material podía decirte "Dios te Ama", con tanta vehemencia. No temía al rídiculo, a su manera entregaba el mensaje. Pese a su simpleza él fue un gran tipo y muchos lo recordaremos
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