Habituados a mentir
La verdad nos mantiene en paz, con la conciencia limpia, y
sin estrés.
La mentira implica un fraude, un engaño, una injusticia. El
que miente a su prójimo esta traicionando su confianza.
La mentira siempre es mentira. Algunos piensan erróneamente
que las mentiras tienen ciertos grados de permisividad, y las llaman “mentiras
piadosas” o “mentiras blancas”.
Supongamos que Jesús y Pedro estaban en un charla y de
repente suena el teléfono y el Señor atiende y dicen – Hola Jesús, Soy Juan,
necesito que me pases con Pedro - Pedro lo mira y le hace señas que no le pase,
Jesús piensa y le dice a Juan – Salió a pescar -. ¿Te imaginas al Señor
mintiendo así? ¡De Ninguna manera! Sin embargo para muchos de nosotros esto
puede tratarse de una acto inocente.
Cuando alguien comienza a habituarse a la mentira tiene que
engañar a su conciencia, apagando su voz. Pero al ignorar repetidas veces el
llamado de la conciencia ésta comienza a entumecerse, como resultado, las
siguientes mentiras que digamos no se podrán distinguir entre inocentes o
graves, porque la conciencia va perdiendo toda su sensibilidad. La persona
habituada a mentir se acostumbra a siempre agregar alguna mentira en sus
conversaciones. Es muy difícil volver al hábito de la verdad luego de anular la
voz de la conciencia.
Las personas que mienten cotidianamente están expuestas a la
maldición, generalmente estas personas se preguntan constantemente por qué no
están recibiendo ciertas bendiciones de
Dios, pero la práctica del pecado es como levantar una barrera que impide el fluir del Espíritu
Santo. Nadie que practique el pecado podrá vivir bajo el favor y agrado de
Dios. Si quieres recibir todas las bendiciones que Dios tiene para ti comienza
a limpiar tu lengua. Proverbios 6:17 nos menciona a la mentira como uno de los
actos más aborrecibles para Dios. Decir la verdad, aunque a veces cueste mucho,
es la mejor medicina. Mentir es como querer construir una casa sobre arena
movediza, temporalmente parece que todo esta bien, pero de golpe se derrumba y hay
que comenzar de nuevo, en cambio decir la verdad es como construir una casa
sobre un cimiento sólido, una vez que se termina, queda para siempre. Por eso
la biblia nos enseña: “Los labios veraces permanecerán para siempre, Pero la
lengua mentirosa, sólo por un momento”. Prov. 12:19
El hábito de decir la verdad en cualquier situación es el
camino de Dios. La verdad nos mantiene en paz, con la conciencia limpia, y sin
estrés. Según la medicina, el estrés aumenta el riesgo de infarto y una de las
causas más comunes de estrés es tener que estar mintiendo todo el tiempo. Los
motores de la mentira pueden ser la arrogancia, la envidia y la baja estima.
Otras veces la mentira proviene de no querer herir al otro, pero no creamos que
hay que mentir para no herir, es necesario decir la verdad con amor. Alguien
que recibe mentiras para no ser lastimado, terminará siendo aún más lastimado cuando se entere de la verdad.
La honestidad nos deja a todos un sabor agradable, una sensación de claridad.
Recuerda siempre: ”La mentira nos ata y enferma. La verdad es salud y libertad”
No hay comentarios:
Publicar un comentario