Los
Predicadores de La Prosperidad
Existe una palabra que se usa mucho en estos días y que es
la muletilla de los predicadores de la prosperidad. Ojalá no la adopten los de
sana doctrina, que es YO DECLARO, ÉL DECLARA, DECLARAMOS, etc, etc, etc…
Cuidado
que toda copia no siempre es buena.
LA VERDAD BÍBLICA
SOBRE RIQUEZAS
Hoy en día en la iglesia es muy común oír a un predicador
hacer referencias a supuestas promesas en la Biblia que prometen a los
creyentes tener prosperidad financiera y económica. Declaraciones como "Dios no desea que
vivamos en pobreza" y "Dios promete bendecirle económicamente si
usted lo honra" etc., dan la impresión que los cristianos deben creer en
la prosperidad material-económica y buscarla en esta tierra. Con frecuencia la
impresión es dada, y a la larga hace a las personas pensar: "Dios desea
que tenga más dinero". Y así
entonces, los creyentes empiezan a orar y pedirle a Dios por más prosperidad
financiera e incluso comienzan a buscar aumentar su condición económica en este
mundo. Pero, ¿realmente promete Dios dar
a todos los cristianos en el Nuevo Testamento, abundancia y prosperidad
financiera y económica? ¿Realmente desea
el Señor que no estemos satisfechos si vivimos en pobreza (si ese es nuestro
lugar designado) y que busquemos aumentar nuestra sustancia material?.
Las Escrituras son muy claras en cuanto al tema de la
prosperidad económica en el Nuevo Pacto.
De hecho, el Señor Jesús hablo más acerca del dinero que específicamente
habló acerca del cielo y el infierno juntos—entonces no hay absolutamente
alguna excusa por la ignorancia de este tema. Simplemente tenemos que ver lo
que la Biblia enseña. Pero, antes de
hacerlo, hay que entender primero que Dios no siempre obra en la manera que
nosotros obramos. Sus pensamientos están
tan por encima de nuestros pensamientos como los cielos están sobre la tierra
(Isaías 55:9). Entonces, Dios puede
obrar en maneras que quizá nosotros no podremos entender con nuestras mentes
naturales, y Él puede hacer cosas que son contrarias a lo que hemos pensado o
entendido acerca de Él.
Muchas veces nos aferramos a tradiciones, formas de pensar o
creencias que no son Bíblicas, y cuando hacemos esto, viene un tiempo cuando
Dios, fielmente, nos confronta con la verdad y nos corrige. Si seremos obedientes al Señor o no, y si
continuaremos caminando con Dios o no, son en gran parte determinados por cómo
respondemos a la corrección que Él nos da.
Es importante entender que Él nos corrige, no porque quiera restregar
nuestros errores en la cara, sino porque Él nos ama y quiere que andemos en la
verdad. Cuando somos confrontados con la
Palabra de Dios y nos enseña que estábamos en error en algún momento, entonces
necesitamos humillarnos, arrepentirnos y corregir nuestra forma de pensar.
Ahora, habiendo dicho esto, es probable que algunas de las
cosas que estás a punto de leer no son lo que te han enseñado o lo que has
creído. Entonces, la pregunta es: ¿Qué
vas a hacer con las verdades que van a ser presentadas? ¿Escrudiñarás la Palabra de Dios con
diligencia y orarás por entendimiento de lo alto y buscarás al Señor en
humildad hasta que la respuesta quede clara?
¿O ignorarás y rechazarás todo lo que vas a leer y continuarás
apegándote a doctrinas y costumbres no Bíblicas? Te ruego en el nombre de Jesucristo que
recibas con humildad la bendita Palabra de verdad y que te mantengas firme en
la Palabra de Dios, la cual es más confiable que los predicadores de la tele,
tus tradiciones o puntos de vista, e incluso tu propia iglesia.
Antes de continuar, es importante que todos los que van a
seguir leyendo esta lección saquen sus Biblias y las tengan a mano. Habrá declaraciones frecuentes en esta
lección que parafrasean o están relacionadas con algún pasaje particular de la
Escritura, y la referencia de la Escritura estará entre paréntesis después de
la declaración. Es importante que cuando
encuentres una declaración con una referencia de Escritura después de ella, la
busques en tu Biblia y que tú mismo la leas.
Esto requiere disciplina y te tomará mucho más tiempo en terminar de
leer esta lección si buscas todas las referencias Bíblicas, pero será mucho más
gratificante y permitirá que recibas el beneficio completo de esta
enseñanza. De hecho, si no tienes tu Biblia
a mano ahora, anda y tráela, y no continúes leyendo esto a menos que la tengas
y estés dispuesto a buscar en ella todas las referencias de Escritura.
Así que continuemos para contestar las preguntas iniciales
que hicimos acerca de la prosperidad financiera, esto es: ¿Es prometida a cada
cristiano? ¿Quiere Dios que vivamos en
abundancia material? ¿Promete el Señor
aumentar nuestra condición económica si le servimos? No hay que especular o razonar; en lugar de
eso, hay que ver lo que dice la Palabra de Dios.
LA PROSPERIDAD
FINANCIERA NO ES PECADO EN SI MISMA
Antes de todo, hay que tener algo absolutamente claro: no es
un pecado tener ingresos altos y ser económicamente próspero en este
mundo. Han habido santos cuyas vidas
están registradas para nosotros en la Biblia que fueron económicamente
prósperos y de quienes el Señor se deleitó, e incluso el Señor era la razón de
su prosperidad financiera. Sus corazones
no se apartaron del Señor debido a su prosperidad, sino más bien, la utilizaron
generosamente para glorificar a Su nombre, demostrar Su amor y servir Sus
propósitos. Nunca cometamos el error de
pensar que si alguien tiene altos ingresos está en pecado. Es fácil juzgar a tales personas y estar
equivocados porque aunque nosotros sabemos que reciben una gran cantidad de
dinero, no siempre sabemos lo que ellos están haciendo con este, al menos que,
por supuesto, veamos que ellos están usándolo para vivir en lujo y sin
moderación alguna en la tierra.