sábado, 26 de septiembre de 2015

La lectura Jurídica y Política del Fallo de la HAYA


LA LECTURA JURÍDICA Y POLÍTICA DEL FALLO DE LA HAYA



En la primera, la Corte Internacional de Justicia CIJ, acotó la demanda boliviana, en el sentido de que "el compromiso de negociar" no supone, en caso alguno cesión territorial, ni un resultado predeterminado para tales conversaciones, si es que ella tuvieren lugar en un mediano plazo.
En lo político, Evo Morales cuenta con una herramienta clave para una nueva reelección y seguir agitando esto de la salida soberana al mar, que él exige a nuestro país.

Pero todos sabemos que la pretensión histórica de La Paz apunta a objetivos mucho más ambiciosos. Y no se reduce a obtener algún enclave o una franja que le permita contar con un acceso al Pacífico.
Aquí, no se ha configurado un derecho para Bolivia. Complica aún más un caso ya enrevesado y de difícil comprensión. Pero en lo substancial "Bolivia no ha ganado nada" como señaló Michelle Bachelet. Sin embargo, Chile fracasó en esta primera línea de defensa, cuando la CIJ por 14 votos a 2 se declara competente para conocer el caso.

Esto prolonga el juicio al menos por dos años, lapso en el cual Evo Morales podrá esgrimir un logro mediático para consumo del mercado interno. Eso es una ganancia política neta para el Palacio Quemado.
Pero como es usual, la CIJ, dio a uno y algo quitó a la otra parte. Bolivia, no obstante el discurso (cauto en la práctica) de Morales a su pueblo (en exceso jubiloso), deberá acreditar su pretendido derecho. De allí tal vez su invitación a dialogar, porque en realidad Chile fortaleció su posición en estricto derecho, según los expertos.


Debemos dialogar en paz, señaló Morales, porque no puede ser que dejemos asuntos de esta trascendencia a instancias internacionales. Y eso es muy válido también para Chile, en el sentido que nuestro país no podría privarse, en modo alguno, de recurrir a todos los argumentos posibles para denunciar cuál es el objetivo real de Bolivia: obtener Arica y conseguir la devolución de Antofagasta.
Obviamente, se trata de un imposible. Supone desahuciar el Tratado de 1904 entre Chile y Bolivia y el de 1929 de Chile y Perú. Un sueño. Una ilusión.

Pero aún así, Chile deberá abandonar su concepción exclusivamente legalista; en la CIJ no existen precedentes acerca de una demanda tan increíble, como el caso que armó Bolivia. Antes Perú, hizo lo mismo, construyendo el suyo durante años con paciencia oriental. Y ahí estamos.

Porque nuestra diplomacia es limitada. Chile debe responder cada ataque de Evo Morales y responder con energía las embestidas altiplánicas en todos los foros internacionales y prevenir situaciones molestas y poco habituales.
Pero sobre todo debe tener unidad y fuerte voluntad política en estas materias, porque hasta ahora, según hemos visto, nos hemos acostumbrado a perder juicios y a ceder territorios (Palena, Laguna del Desierto, Campo de Hielo Sur, parte de la Zona Económica Exclusiva ZEE etc) por el legalismo atávico.

Es ineludible, en este y los casos que se presenten a futuro, disponer de un sistema institucional fuerte; invertir en la defensa y cohesión, mucha cohesión.
Anticipar y no reaccionar con la tardanza y parsimonia que conocemos; sistematizar acciones; utilizar todos los recursos a nuestro alcance. Energía, voluntad y unidad.

Y política internacional, mucha política que sirva a nuestros intereses reales y permanentes como nación.

Quizá algún día lograremos, así, tener algo de normalidad en nuestras relaciones frente a un vecindario ávido de lograr una tajada a costa de Chile, de su posición, de sus expectativas y de su patrimonio: el  legado por Portales, el de los Héroes de la Guerra del Pacífico y el de nuestra Historia. 

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