LA VENIDA DE CRISTO
Cuando era un niño, el clamor
de la iglesia era: “¡Jesús viene! Volverá como un ladrón en la noche, cuando
menos usted le espera. Vendrá en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la
trompeta. ¡Esté listo todo el tiempo!”
A través de los años de mi
adolescencia, este clamor era oído en cada reunión de día domingo. Cada
evangelista que vino a predicar en la iglesia de mi padre, tuvo un inspirador
mensaje acerca del regreso de Cristo. Sus expresiones fueron impregnadas con
fuego en mi memoria. El mensaje hizo crecer en mí una expectación y temor
santo. Aprendí a vivir esperando el regreso del Señor en cualquier momento.
Este clamor “Jesús viene” es
rara vez escuchado en la iglesia de hoy. No recuerdo la última vez que oí un
mensaje acerca de la venida del Señor. Como resultado, cuando miro al cuerpo de
Cristo, veo poca expectación por el Señor. Lamentablemente, sólo unos pocos
siervos rectos parecen anhelar y buscar su aparición.
De hecho, entre muchos
cristianos hay una nueva posición sobre esta materia. El pensamiento es, “Jesús
no viene.” Ya hemos escuchado eso por años. De todas las profecías que
necesitan cumplirse antes de su regreso, solo unas pocas han sucedido. ¿Por
qué, entonces, deberíamos esperar su aparición? Todas las cosas siguen como
siempre.
La Biblia advirtió sobre esta
misma inclinación. Pedro dijo que en los últimos días vendrían burladores
mofándose del mensaje del regreso de Cristo: “Sabed ante todo que en los
últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones y diciendo:
¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los
padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la
creación. (2 Pedro 3:3-4).
Increíblemente, muchos temen
el súbito regreso de Cristo. Solo el pensar que su vida llegara a su fin y
tener que enfrentar el juicio, es tan espantoso que lo sacan de sus mentes.
Usted preguntará ¿cómo podría ser esto cierto entre los creyentes? Según Pedro,
sus vidas están dominadas por pasiones: “andando según sus propias pasiones”
(3:3).
Piense acerca de lo que Pedro
está diciendo: Si usted se aferra a un pecado íntimo, nada quiere saber sobre
el mensaje del regreso de Cristo. La idea de que Jesús vendrá y le juzgará, es
el pensamiento más espantoso que cualquier pecador puede tener. Así que usted
tiene que ridiculizar la idea de tener que pararse ante Dios, con la pasión que
le consume, y rendirle cuenta.
El mensaje de Pedro para
nosotros es claro. “Esto es lo que está detrás de toda ligereza con que se toma
la venida de Cristo: una burla de la ley de Dios. Es una aversión u odio por la
Biblia, un desprecio a los Diez Mandamientos, un menosprecio hacia el
evangelio. Esa es la causa detrás de toda desobediencia, ostentación de pecado
e impotencia de la iglesia. Burladores están predicando un nuevo mensaje:
“Cristo no viene. No hay un día de juicio final. Todas las cosas continúan como
han estado por años. Usted no tiene que temer un día de juicio.”
Precisamente como Pedro
profetizó, esos burladores están aquí hoy. Ellos no se burlan de la ley
terrenal. Se burlan de las leyes de Dios. Vemos esto en la manera que apoyan la
destrucción del matrimonio entre un hombre y una mujer. Su enfoque no es la
Constitución, sino la Palabra de Dios. Y estos burladores están en las más
altas posiciones: en el Congreso, las cortes, las academias y las escuelas, aún
en los seminarios bíblicos.
Debido a estas desenfrenadas
desobediencias, la gente está plagada con una obstinada ceguera. A los
burladores se les puede oír diciendo: “Todas las cosas continúan de una manera
metódica. El sol subirá mañana a su hora y las estaciones van y vienen. Todas
las advertencias que escuchamos en el pasado todavía no ocurren. De manera que,
nada le debe inquietar. Satisfácete y disfruta. Haga cualquier cosa que le
permita ser feliz.”
Tengo que mover la cabeza
ante esto. ¿Cómo puede decir cualquiera que viva hoy que las cosas siguen como
siempre han sido? Piense en lo absurdo de esta afirmación, en estos tiempos tan
aterradores. Terroristas han destruido las Torres Gemelas en New York. Hicieron
volar una estación de trenes en España. Y están decapitando gente en el Medio
Oriente.
Se ha dicho que un genocidio
masivo, como el Holocausto, no podría suceder jamás en nuestros días. Sin
embargo, una matanza de 700,000 inocentes de Ruanda ha sido efectuada por sus
propios conciudadanos en materia de unos pocos meses. El SIDA está matando a
millones en África, China, India y otras naciones. Países bribones, con la
bomba de hidrógeno, están listos para tomar al mundo como rehén. Además, hay un
nuevo brote de enfermedades mortíferas, como el SARS y Ebola, que consumen la
carne de las personas en pocas semanas.
“¿Todas las cosas continúan
como siempre?” ¡Qué obstinada ignorancia! Esto debería ser claro aún para los
impíos, que el Señor está sacudiendo todas las cosas que pueden ser sacudidas.
Y lo que viene en un futuro cercano es demasiado terrible para pensarlo.
Sin embargo, mientras todas
estas cosas suceden, hay una fuerza, un poder no visto, que trabaja en la
tierra. Es un poder que ningún hombre puede evadir o ignorar. Hablo del poder
del Espíritu Santo. Él es el administrador de Cristo en la tierra. Él fue
enviado para llenar de poder a los justos y convencer al mundo de pecado, de
justicia y de juicio.
El Espíritu Santo conoce
exactamente por qué el Señor no ha venido todavía. Esto es porque nuestro Señor
es paciente. Él es paciente hacia los pecadores, dispuesto para que ninguna
persona perezca. En su misericordia, él está esperando por el arrepentimiento
del más vil pecador. Y por esa misma razón es que el Espíritu Santo no
retrocede en su tarea. Usted puede mofarse de él o tratar de ponerlo a un lado,
pero, el Espíritu viene una y otra vez, convenciendo de pecado y revelando la
verdad de Cristo.
Aunque los burladores
vendrán,
la Escritura dice que el
Espíritu Santo
también vendrá en los últimos
días,
siendo derramado sobre la
tierra.
Esto ya sucedió en
Pentecostés. Ahora, al cierre de la era, el Espíritu Santo está haciendo un
clamor final, de media noche: “Jesús viene”. Los Islámicos e Hindúes oirán este
clamor. Los ateos lo oirán. Todos los pecadores y santos, judíos y gentiles, lo
oirán. Esta verdad será proclamada a las naciones.
Usted puede preguntar:
“¿Sobre qué clase de venida del Señor está hablando? ¿Está refiriéndose a un
rapto secreto? ¿Se está refiriendo al regreso pre-tribulación, en la mitad de
la tribulación, o post-tribulación? ¿O quiere dar a entender que Jesús vendrá
al final de los tiempos?”
Algunos cristianos creen que
Jesús evacuará súbitamente de la tierra a su pueblo, en lo que es llamado un
rapto. Otros enseñan que Cristo vendrá a la mitad del período conocido como la
Gran Tribulación. Este período se extiende por siete años y será marcado por
terror y caos como nunca ha sido visto en el mundo. Otros creen que Jesús
vendrá al final de este período de siete años de tribulación. Todavía otros
enseñan que Cristo regresará al final de todas las cosas.
Hay eruditos bíblicos
respetados en cada uno de estos campos. Sin embargo, hay una cosa en que todos
los cristianos pueden estar de acuerdo: Jesús mismo dijo que ningún hombre
conoce el día ni la hora de su venida, ni aún los ángeles. Y para el verdadero
amante de Cristo, el tiempo de su regreso no es un punto en cuestión. Tales
siervos están listos para irse en cualquier momento, ya sea a través de un
rapto súbito o en la mitad de la tribulación. A ellos no les importa si tienen
que soportar terribles tribulaciones y sufrimientos. Ellos confían que el mismo
Jesús, quien les lleva cada día, les ayudará a través de todas las cosas. Ellos
viven en constante expectación por su regreso.
No, existe un asunto mayor
obrando que aquí. Y ese es el malvado pensamiento que Satanás ha implantado en
muchos quienes se creen verdaderos creyentes. El demonio ha susurrado una sucia
mentira en los oídos de multitudes del pueblo de Dios: “Cristo ha demorado su
venida.”
En Mateo 24, Jesús dijo una
parábola acerca de estar listos: “Por tanto, también vosotros estad preparados,
porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el
siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el
alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual cuando su señor venga,
lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá.
Pero si aquel siervo malo
dice en su corazón: Mi señor tarda en venir, y comienza a golpear a sus
consiervos, y aún a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel
siervo en día en que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará
duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir
de dientes.”(Mateo 24:44-51).
Note que aquí Jesús está
hablando de servidores, lo que significa creyentes. Un servidor es calificado
de fiel y el otro de malo. ¿Qué hace el último servidor para ser malo ante los
ojos de Dios? De acuerdo con Jesús, se trata de algo “que el dijo en su
corazón” (24:48). Este servidor no dio a conocer su pensamiento ni predicó sobre
ello. Pero, él pensó. Había vendido su corazón a una mentira demoníaca, “El
Señor demora su venida.” Note que el no dice, “El Señor no viene,” sino que “él
demora su venida.” En otras palabras: “Jesús no vendrá súbita o
inesperadamente. No regresará en mi generación.”
Este “siervo malo” es
claramente un tipo de creyente, quizás alguien en ministerio. Le fue ordenado
“velar” y “estar preparado” “porque a la hora que no piensas el Hijo del hombre
vendrá” (Mateo 24:44). Más aún, este hombre tranquilizó su conciencia al
aceptar la mentira de Satanás.
Jesús nos muestra el fruto de
esta clase de pensamiento. Si un servidor es convencido que el Señor ha
demorado su venida, entonces el no ve la necesidad de vivir rectamente. No se
ve obligado a vivir en paz con sus consiervos. No ve la necesidad de preservar
la unidad en su hogar, en el trabajo ni en la iglesia. Podría herir a sus
consiervos, acusarlos, sostener resentimientos, destruir sus reputaciones. Como
dice Pedro, este servidor es conducido por sus pasiones. Desea vivir en dos
mundos, consintiendo en una mala vida mientras cree que está exento de justo
juicio.
Alguien afirma que Pablo
advirtió contra
predicar de la cercana venida
del Señor para
no emocionar a la gente.
Pablo escribió: “Con respecto
a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, os rogamos,
hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os
conturbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra,
en el sentido de que el día del Señor está cerca.”(2 Tesalonicenses 2:1-2).
Los burladores señalan: “¿Ve,
alguien en la iglesia primitiva sacudió a los creyentes con el mensaje que
Cristo ya venía. Entonces, Pablo les dijo: “No, no se preocupen por esto. No
permitan que esto les moleste ni se inquieten.”
Pero, eso no es lo que el
Griego original revela. La raíz de la palabra es “no os dejéis mover
fácilmente… que el día del Señor ha venido.” Lo que perturbaba a los
Tesalonicenses fue el pensamiento que Cristo ya había venido y que ellos se lo
habían perdido.
Pablo les asegura en el
próximo versículo: “¡Nadie os engañe de ninguna manera!, pues no vendrá sin que
antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdición” (2:3). Pablo estaba dirigiéndose a sus temores cuando dijo: “No se
preocupen, porque dos cosas tienen que suceder primero.”
Así que, ¿cuál fue la
teología primaria de Pablo sobre el regreso de Cristo? La encontramos en dos
pasajes: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del
sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando
creímos. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechamos, pues, las obras
de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:11-12). “Vuestra
gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca” (Filipenses
4:5). Pablo está clamando, “¡Despierten! Ya está pasada la medianoche. La
venida del Señor está cerca, así que, avívense a sí mismo. No sean perezosos.
Jesús viene para aquellos que le esperan.”
Los escépticos pueden
preguntar: “Pero, ¿qué hay acerca de las propias palabras de Pablo? Él dijo que
dos cosas deberían pasar antes del regreso de Cristo. Primero, el Señor no
puede venir hasta que una gran apostasía tome lugar. Y segundo, el Anticristo tiene
que levantarse y proclamarse como Dios. Tenemos que ver al Anticristo sentado
en el templo, demandando que la gente le adore, antes de que Jesús venga.”
Antes de todo, usted tiene
que estar voluntariamente ciego para no ver una impetuosa apostasía afligiendo
al mundo entero. La incredulidad está barriendo a través de todas las naciones,
con los creyentes abandonando la fe por todos lados. La apostasía a que Pablo
se refiere, claramente ha llegado.
Note aquí las palabras de
Pablo: “Ya está en acción el misterio de iniquidad”(2 Tes. 2:7). ¿Cuál es el
misterio de iniquidad? Es andar sin ley, ingobernable. Es un espíritu de caos,
que no respeta la ley de Dios. Y es por la misma razón que Dios destruyó la
tierra con el diluvio, debido a la violencia y rebeldía de los hombres.
Si solamente ha incrementado
la desobediencia que Pablo vio en su día, no es de sorprender que la gente
decente de hoy esté alarmada y temerosa por lo que ve que está pasando. Leyes e
instituciones que por edades mantuvieron la sociedad de caer en el caos están
siendo derribadas por diestra y siniestra.
Pablo dijo de esto: “solo que
hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en
medio” (2:7). Él nos esta diciendo: “Hay un poder que constriñe en acción,
reprimiendo el caos. Pero, el que constriñe pronto será quitado.” El Espíritu
siempre estará aquí para cumplir su misión. Pero, su ministerio de constreñir
será “quitado” o levantado.”
No puedo pensar en ningún
poder capaz de retener la desobediencia, que no sea el Espíritu Santo.
Considere lo que sucede a la sociedad, cuando el Espíritu Santo quita la
presión de su poder ‘constreñidor’. Cada institución, desde el gobierno hasta
la familia, se descontrola totalmente. No puedo imaginar lo que sucedería con
Nueva York si el ‘Constreñidor’ no hace retroceder la erupción de la maldad. No
desearía estar cerca de esta ciudad si el Espíritu Santo no está obrando.
Aún más, vemos un espíritu de
desobediencia obrando por todo el mundo. Las fuerzas del Anticristo ya se están
amontonando y revelándose asimismo, en los altos niveles. Ahora mismo, la Unión
Europea está estableciendo una constitución que niega por completo a Dios. Un
ministro Pentecostal esta hoy en la cárcel en Suecia por predicar contra la
homosexualidad. Esto solo es una señal clara de cómo está el escenario.
Usted puede decir: “Si, pero,
Pablo claramente dijo que Jesús no puede venir hasta que el Anticristo esté en
el poder.” No obstante, considere lo que la Escritura dice: “¿Quién es el
mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo,
pues niega al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:22). De acuerdo con Juan, el
Anticristo es cualquiera que niega al Padre y al Hijo. Más aún, él dice que el
incremento de tales Anticristos, es prueba que estamos viviendo en los mismos
últimos días. Además, vendrá un hombre quien incorporará el “nombre de pecado.”
En resumen, nada está
retrasando el regreso de Cristo. Piense en el terrorismo mundial, la
deificación del individuo, los agresivos ataques al matrimonio y los valores
piadosos. Piense en la brutalidad Islámica, homosexuales combatientes, la
vileza de la televisión y el cine, la esparcida vejación a los niños. Una
diócesis Católica de la costa del oeste se declaró en bancarrota, incapaz de
pagar la sentencia de millones para sesenta niños víctimas de vejación por un
sacerdote.
Considere que todo esto,
hasta ahora, ha estado bajo refrenamiento. Le pregunto, ¿qué sucederá cuando
Dios diga al Único que todo lo constriñe? “Quita tu mano que impide. Déjalos
seguir su curso hasta el clímax” Pablo da una figura de esto, “…hasta que él a
su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel impío,…” (2
Tesalonicenses 2:7-8).
El Espíritu Santo sabe lo que
pronto tomara lugar, cuando ya no habrá más freno. Cada hombre se entregará a
sus pasiones. Cada religión militante forzará sus dioses sobre los demás. Cada
cosa santa será despreciada. Cada ley será quebrantada libremente. Y la iglesia
apóstata predicará la más corrupta, detestable doctrina del infierno.
Todo está en su lugar para
que esto suceda aún ahora. La más grande apostasía ha cubierto la tierra. El yo
ha tomado el trono del corazón de los hombres. Y en un corto tiempo, cuando el
Constreñidor se haya ido, vendrá lo que Pablo llama “un poder engañoso, para
que crean en la mentira,…” (2 Tes.2:11).
¿Cuál es esta mentira? Es la
ciega aceptación que cualquiera que viene en el nombre de Jesús habla por Dios.
Surgirán falsos maestros quienes reconocen a Cristo como un buen hombre, pero,
no como Dios: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de
ella.”(2 Timoteo 3:5). Aquellos que siguen a estos engañadores, serán
arrastrados a otro Jesús, a otro evangelio. La ceguera abundará rápidamente,
alcanzando multitudes, incluyendo a aquellos que una vez estuvieron encendidos
por el Señor.
¿Por qué Dios va a detener al
‘Constreñidor’? Pablo dice porque, “ellos… no creyeron a la verdad, sino que se
complacieron en la injusticia” (2 Tes.2:12). Ahora mismo, estamos viendo como
el constreñimiento del Espíritu Santo es levantado cada día que pasa.
Esto me trae al corazón de mi
mensaje:
el profundo clamor del hombre
o la mujer
que esta en Cristo.
En Apocalipsis, Jesús
anuncia: “¡Vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro” (Apocalipsis 22:7). Cinco versículos más adelante
Cristo dice: “¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada
uno según sea su obra.”(22:12).
Aquí está el clamor de quien
mira con expectación el regreso de Jesús: “El Espíritu y la Esposa dicen:
¡Ven!”(22:17). Esto se refiere a la novia de Cristo, formada por el cuerpo de
creyentes de todo el mundo, bajo su Señorío. Todos estos servidores son nacidos
de nuevo, limpiados con la sangre de Jesús.
Usted puede preguntar:
“Comprendo que este es el clamor del corazón de los creyentes. Pero, ¿porqué el
Espíritu también clama a Jesús, “Ven?” Es porque esta es la última oración del
Espíritu Santo, sabiendo que su obra en la tierra esta casi terminada. Como
Pablo o Pedro, a quienes Dios les dijo que su tiempo era corto, el Espíritu
clama de la misma manera: “Ven, Señor Jesús.”
Entonces, ¿dónde escuchamos
hoy este clamor del Espíritu? Este viene a través de aquellos que están
sentados con Cristo en los lugares celestiales, quienes viven y caminan en el
Espíritu, sus cuerpos son templos del Espíritu Santo. El Espíritu clama en y a
través de ellos, “Apresúrate, Señor ven.”
Permítame preguntarle:
¿cuándo fue la última vez que oró, “Señor Jesús, ven rápidamente, ven pronto?”
Personalmente, yo no recuerdo hacer esta oración. El hecho es que yo nunca supe
que podría apresurar la venida de Cristo, permitiendo al Espíritu que ore esto
a través de mí. Sin embargo, Pedro nos ofrece pruebas de esta increíble verdad,
“esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los
cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se
fundirán” (2 Pedro3:12). En el griego la frase: “apresurándoos… la venida del
día”, significa “dar más diligencia, apurar, urgir.” Pedro dice que nuestras
oraciones expectantes apuran, apresuran al Padre para que envíe rápidamente a
su Hijo.
Solamente un asunto está
impidiendo este glorioso evento. Es un asunto no resuelto. “El Señor no retarda
su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
La paciencia misericordiosa
del Señor, dictamina el horario de su regreso. Así que, ¿esto significa que no
deberíamos orar por su venida? De ninguna manera. Cristo mismo nos dice en el
Evangelio de Marcos, “porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha
habido desde el principio de la creación que Dios hizo, hasta este tiempo, ni
la habrá. Y si el Señor no hubiere acortado aquellos días, nadie sería salvo,
pero por causa de los escogidos que él eligió, acortó aquellos días” (Marcos
13:19-20). Imagine lo que puede suceder si, a través de todo el mundo, la novia
de Cristo despierta y hora en el Espíritu, “Jesús ven.”
Sin embargo, si creo que el
mundo se dirige a un irrefrenable caos, y que Cristo viene pronto, entonces mi
clamor debe ser dirigido a mi familia y amigos que no están preparados. Seria
hipócrita de mí parte orar para que Jesús venga, y no orar para que mis seres
queridos estén preparados para ese día. Mi oración debe ser, “Ven, Señor. Pero,
primero, da a mi familia y amigos perdidos, oídos para oír. Sálvalos, salva a
los perdidos.”
Sin embargo, si creo que el
mundo se dirige a un irrefrenable caos, y que Cristo viene pronto, entonces mi
clamor debe ser dirigido a mi familia y amigos que no están preparados. Seria
hipócrita de mí parte orar para que Jesús venga, y no orar para que mis seres
queridos estén preparados para ese día. Mi oración debe ser, “Ven, Señor. Pero,
primero, da a mi familia y amigos perdidos, oídos para oír. Sálvalos, salva a
los perdidos.”
Aquí esta el corazón del
tema.
Ponga a un lado, por un
momento, todas las doctrinas acerca de la venida de Cristo. Considere el
profundo clamor del hombre o la mujer que ama su aparición. “Entonces lo
veremos cara a cara. Lo contemplaremos.”(Vea 1 Corintios 13:12). La venida de
Cristo no debe perturbarle. Lo debe emocionar. Si usted realmente ama a
alguien, desea estar cerca de esa persona. ¿Puede imaginarse lo que será para
Jesús, llamarlo por su nombre?
Imagine una pareja recién
casada y el esposo es llamado lejos por un período largo, quizás por negocios o
asuntos militares. Le dice a su novia, “Regresaré, pero, no sé cuando. Aquí
está la dirección donde puedes encontrarme.”
Por los primeros años, esa
novia escribe a menudo a su esposo, con hermosas cartas de amor. Sin embargo,
ella nunca le dice: “Por favor, ven pronto.” Pasan diez años, después veinte, y
ella le escribe cada vez menos. Pero, ella nunca le dice, “Ven rápidamente; te
lo suplico. Necesito tus abrazos, necesito ver tu cara. Estoy orando por tu
pronto regreso.”
Este es un cuadro de la
iglesia de hoy. ¿Cómo podemos decirle a Cristo que lo amamos y lo extrañamos,
si nunca oramos para que venga por nosotros? ¿Cómo es que nunca podemos
expresarle que debe volver pronto y llevarnos con él, para que así podamos
estar en su constante compañía? ¿Cómo es que no podemos decirle, “Yo ya no
puedo seguir manejando esto sin que estés aquí? No quiero estar alejada de ti.”
En medio de estos tiempos,
oigo a Jesús decir, “Ciertamente vengo en breve” (Apocalipsis .22:20). Y oigo a
la novia de Cristo contestar: “¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!”(22:20).
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