LA DECADENCIA DE UN MOVIMIENTO
Sin duda la otra cara de la medalla se está asomando en el
movimiento MOVILH, su máximo representante y rostro visual se ha visto en una
serie de conflictos que hoy le pasan la cuenta; mucho poder lo ha envanecido
seguramente, y ahora resulta que tiene menos amigos que núnca por la sencilla
razón que como todo líder vanidoso, se le van los humos a la cabeza, se pelea
con medio mundo, se cree el hoyo del queque o la guinda de la torta, todo,
hasta que alguien le para los carros y deja de ser ese rostro creíble y
confiable de su movimiento que pierde fuerza por una conocida razón llamada "colores propios".
Ahora les invito a leer este artículo que publicó THE
CLINIC y que sepulta prácticamente al líder
del MOVILH.
CNCrtv
Las renuncias que quiebran al Movilh
Entre fines de
diciembre y comienzos de febrero de este año, 13 activistas del Movimiento de
Integración y Liberación Homosexual renunciaron a la organización. El masivo
alejamiento se habría originado por profundas diferencias con Rolando Jiménez y
el presidente de la agrupación Ramón Gómez. Sobre ambos, pesan acusaciones de
malos tratos y autoritarismo. “Rolando y Ramón son absolutamente paranoicos.
Son como activistas de la Guerra Fría, si no estás de acuerdo con ellos pasas a
ser una persona desconfiable”, dice Jaime Parada, ex vocero del Movimiento.
En diciembre del año pasado un intento de suicidio levantó
las alertas en el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh).
La preocupación no solo cunde porque se trata de un miembro activo de la
agrupación, sino porque también el episodio se convierte en el detonante de un
quiebre que enfrenta a 13 activistas –entre voluntarios, sicólogos, abogados y
voceros- contra dos de los dirigentes históricos de la agrupación: Rolando
Jiménez, director del Área de Derechos Humanos, y Ramón Gómez, presidente y ex
pareja de Jiménez.
-Un día Rolando me dijo que sacara al cabro de la clínica de
la UC, porque había convencido al papá de llevárselo a la casa. La decisión me
pareció extraña, porque sin ser médico estaba tomando una resolución
importante. Se lo hice saber y su respuesta fue agresiva. Me dijo: “me importa
una raja tu opinión”. Ahí se produjo la crisis –recuerda Jaime Parada, ex
vocero del Movimiento.
El hecho generó un fuerte debate al interior de la
agrupación. No solo por la cuestionada decisión de Jiménez, sino también porque
comenzaron a reflotar los fantasmas de anteriores discusiones, en que los
problemas se habían zanjado con el mismo autoritarismo. Diez días antes que
terminara el 2013, de hecho, el secretario Eduardo Ubilla mandó un mail citando
a una reunión extraordinaria donde se trataría el tema: “Debemos abordar
diversos problemas que están provocando que varias personas que trabajan tengan
una creciente y preocupante molestia en como se están manejando los aspectos
que dicen relación con la mala comunicación y deficiente resolución de
conflictos”, decía el correo, que terminaba llamando al grupo a sincerar la
crisis.
Lo que vino de vuelta, sin embargo, terminó por agravar aún
más la situación. En la cadena de correos, tanto Rolando Jiménez como Ramón
Gómez, denunciaron la existencia de una traición: “nos hemos reunido varias
veces en los últimos meses y nadie ha planteado algo en ese sentido, por lo
tanto si en reuniones fuera del espacio habitual de discusión del Movilh
alguien lo ha hecho, lamentaría que no haya sido transparente y leal”,
respondió Jiménez.
Como la reunión nunca se realizó, el 27 de diciembre
comenzaron las deserciones. El primero en irse fue Eduardo Ubilla, que puso fin
a 13 años de militancia. En su carta de renuncia expuso que “la apatía y el
malestar” se habían apoderado de la organización, y que el liderazgo del
presidente estaba en “crisis”: “El maltrato permanente y cada vez más agresivo
de Ramón Gómez, que en vez de ser corregido y ser objeto de cuestionamientos,
hoy es nuevamente ratificado y avalado por la dirigencia”, decía la misiva.
A Ubilla lo siguieron 12 activistas más, que en menos de dos
meses dejaron al Movilh reducido a no más de 10 militantes. El último en irse
fue Jaime Parada, una de las figuras más mediáticas de la organización, quien
el 5 de febrero de este año comunicó su alejamiento mediante un llamado
telefónico que le hizo a Jiménez: “Rolando me preguntó si era verdad que estaba
de vocero del Movimiento Progresista y yo le dije que sí. Ahí él se alteró y me
dijo que era incompatible con mi trabajo en el Movilh. Antes que me echara, yo
le dije que renunciaba y que lo hacía porque era una persona que no tenía
liderazgo y que pasaba por encima del resto”, recuerda Parada que le dijo por
celular.
Los años dorados
Según consigna en su página web, el Movilh nació el 28 de
junio de 1991, con la misión de defender los derechos humanos de las lesbianas,
gays, bisexuales, y transexuales. Su antigüedad en el activismo convirtió a la
agrupación en uno de los movimientos más importantes del país, labor que ha
sido reconocida por Naciones Unidas y por Amnistía Internacional, organismo que
lo declaró “Representante de la República de la Conciencia”. Desde hace 12
años, además, realizan el informe anual de los derechos humanos de la
diversidad sexual en Chile, investigación que se encarga de recopilar todos los
casos de homofobia registrados en diversos ámbitos.
Estos logros, sin embargo, siempre han estado rodeados de
crisis. Eduardo Ubilla recuerda, de hecho, que la organización se creó por una
escisión de la Corporación Nacional del Sida y que a los pocos años una nueva
crisis provocó otro quiebre: “ese problema se produjo porque había gente que
quería trabajar el tema del VIH y otros el tema político. Al poco tiempo,
Rolando Jiménez tuvo problemas, y en 1995 lo echaron por diferencias con la
directiva”, recuerda.
En ese tiempo Jiménez fundó dos movimientos que no tuvieron
mucho éxito: Simusex y el Cihom (comité de iniciativa homosexual), mientras que
los que se quedaron en el Movilh se fusionaron con otros dirigentes y crearon
el Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (Mums). Para 1998, el Movilh había
sido desarticulado, y de él sólo quedaba el nombre.
De eso se dio cuenta Jiménez cuando a fines de los 90 retomó
el activismo bajo esa marca, y en el 2005 asumió como presidente. Durante su
gestión se hicieron innumerables esfuerzos por lograr la aprobación de la Ley
Antidiscriminación -que finalmente fue publicada en julio de 2012 luego de la
muerte de Daniel Zamudio-, y realizó todas las gestiones con el ministerio de
Salud destinadas a lograr que los transexuales pudiesen operarse de cambio de
sexo en los hospitales.
Tal como había ocurrido en otra época, estos logros no
lograron aplacar una nueva crisis. Esta última, en voz de los 13 activistas que
se fueron, es quizás la más importante. No sólo por el número de militantes que
abandonó la organización, sino por la mermada posición en la que quedó el
Movimiento: renunciaron las únicas dos sicólogas que allí trabajaban, una
abogada, el ex responsable del Movilh Joven, y Jaime Parada, entre otros
colaboradores.
-Esta es una organización que funciona dependiendo de lo que
les gusta a ellos. Si los casos no eran mediáticos no les importaba nada y
dejaban las carpetas debajo de otras que nunca tenían respuestas. Es tal el
poder que tiene Ramón Gómez que cuando él estaba enojado, ninguno de nosotros
podía siquiera saludarlo, porque te echaba de su oficina, cuenta Lorena
Monsalve, una de las sicólogas que se distanció y que trabajaba gratis en la
organización.
Las renuncias
El 2014 para el Movilh llegó con más renuncias. Al
distanciamiento de Eduardo Ubilla se sumaron los de siete jóvenes activistas
que se alejaron de la agrupación masivamente el 7 de enero pasado. En su carta
de alejamiento, los voluntarios dijeron sentirse frustrados por la manera en
que se estaba dirigiendo el Movimiento y por los constantes malos tratos de los
que eran víctimas: “lamentamos la violencia a la que hemos sido expuestos por
Ramón y Rolando, la cual dejamos que sucediera y que no habíamos tomado en
serio ni dimensionado en su gravedad… Hemos sido voluntarios por varios años y
sentimos que dejamos de ser escuchados, y a su vez comenzamos a ser minimizados
en nuestro trabajo, el cual pareció perder valor por no ser profesionales”,
continuaba la misiva.
-Tú no puedes decir que representas a una organización que
defiende los derechos humanos si tus prácticas internas son totalmente
contrarias. Los jóvenes que se fueron eran tratados como mano de obra para
armar los escenarios. Rolando y Alberto les hacían saber que ellos sólo servían
para llevar palos, como voluntarios de segunda categoría -cuenta Lorena
Monsalve.
A los pocos días, también renunció Alberto Cid,
vicepresidente del centro de alumnos del Liceo Barros Borgoño, que no hace
mucho tiempo había sido nombrado responsable del Movilh joven. La razón, salvo
matices, era la misma que esgrimieron sus otros compañeros. Todos concuerdan en
que el ambiente de trabajo ya era insoportable: “en una reunión común y
corriente era normal que Ramón gritara, insultara y agarrara a puteadas a
Rolando”, recuerda Eduardo Ubilla. “Rolando y Ramón son absolutamente
paranoicos. Son como activistas de la Guerra Fría, si no estás de acuerdo con
ellos pasas a ser una persona desconfiable. Entre ambos se fragua todo”, agrega
Parada.
La razón por la que estos ex militantes decidieron hacer
pública la masiva renuncia –según dicen- tiene que ver con que en el último
tiempo el hostigamiento hacia ellos ha continuado, pese a que ya no mantienen
contacto con ninguno de los dirigentes, ahora el mal trato se da en las redes
sociales. Por ejemplo, cuando el 19 de abril Jaime Parada se manifestó afuera
de la Catedral de Santiago con Juan Carlos Cruz, víctima de Fernando Karadima,
Rolando Jiménez escribió en su cuenta de tuíter: “dan asco aquellos seudo
activistas que solo se presentan en aquellas ocasiones que aseguran cobertura
periodística”. La gota que rebasó el vaso, sin embargo, fue un comentario que
Jiménez publicó la semana pasada en su cuenta de Facebook, en el que criticaba
las declaraciones de las familias homoparentales que estaban pidiendo que la
tramitación del Acuerdo de Vida en Pareja pasara por la comisión de familia y
no por la de Constitución. En esa ocasión, Jiménez escribió que esa era una
“reacción histérica” y que esos eran “testimonios lacrimógenos”.
-Hoy estamos chatos de las críticas de Rolando, porque es
una persona que se ríe de aquellos que él mismo representa. Nosotros nos hemos
transformados en sus enemigos –concluye Eduardo Ubilla.
Antes del cierre de esta edición, The Clinic se contactó con
Rolando Jiménez, pero no quiso hacer comentarios sobre las denuncias,
argumentando que son cosas que sucedieron hace tiempo.
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